Los monstruos de mi infancia
- NoemiUrk
- 24 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 10 ago
Cuando era una niña, las noches eran espantosas. Mi madre me sostenía la mano y permanecía a mi lado hasta que me dormía. Pero yo solía despertarme después. Porque siempre los percibo. Y me despierto.
Cuando me despertaba, el miedo me recorría todo el cuerpo, la tensión me hacía temblar y sudaba. Sudaba muchísimo, lloraba, empapaba las sábanas con las que me cubría… Inconscientemente, todos nos cubrimos hasta la cabeza durante la noche cuando tenemos miedo. Y yo lo hacía.
Yo abría tanto los ojos que hasta me dolían. Normalmente estaban a los pies de la cama. Eran sombras sin definir, altas, oscuras, como una masa parecida a un cuerpo humano sin forma determinada. sin consistencia pero con conciencia propia. De color negro.
En ese momento yo los veía, todo estaba a oscuras pero los distinguía.
Lloraba de miedo. Aguantaba la respiración. Quería llamar a mis padres y que vinieran a socorrerme, pero sabía que si voceaba, aquellos monstruos estarían a mi lado en un segundo, porque ellos ya estaban allí, ellos llegarían a mi lado antes que mis padres...

Y lloraba... y sudaba... ¿Y si encendía la luz? Si lo hiciera, ellos desaparecerían... Sí, eso es lo que ocurre realmente, normalmente el velo que nos une en la oscuridad es más difícil que aparezca cuando hay luz. Pero el miedo me impedía moverme…
Algunas noches, me atrevía a sacar la mano fuera de las sábanas... Entonces notaba cómo se acercaban. Y estiraba el brazo hacia el interruptor mientras se me erizaba el bello y sentía un gélido aire en mi piel.
Si conseguía encender la luz, respiraba profundamente aliviada. Se habían ido. Ese día dormía con la luz encendida. Si no conseguía encontrar el interruptor a causa del miedo, entonces ya los tenía encima, y chillaba, gritaba a mis padres como una loca.
Algunos años después, di por hecho que fueron terrores nocturnos. Pero pasado el tiempo, con la experiencia de mis acontecimientos vividos hasta la fecha, supe que no fueron pesadillas, eran reales. Los veía.
Feliz sabiduría y amor.
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